Hay algunas historias que son demasiado burdas para ser creídas. Alevosas. Evidentes. Un tipo vestido de rojo que recorre el mundo repartiendo regalos y está en mil lugares al mismo tiempo, un roedor en plan de beneficencia que compra dientes debajo de las almohadas infantiles, Janson entrando por Merentiel para ganar un partido.
Hasta ese momento, el minuto 74, cuando el exdelantero (así, a secas) entró por uno de los mejores jugadores -o el mejor- de Boca, las imágenes eran más o menos creíbles. Un equipo sin rumbo, a la deriva, que sufría sin el apoyo de su gente, que no atacaba, que jugaba sin ganas, que perdía las divididas, que no daba dos pases seguidos, que dependía casi exclusivamente de lo que hicieran un par de jugadores (Zenón y Merentiel). Era, en definitiva, un Boca que ya hemos visto en otras tantas canchas, este año y los anteriores. Con Almirón, Martínez, Gago. Un Boca apático, desidioso, al que todo le da lo mismo (ganar, perder, empatar), que coquetea con el papelón, siempre a un pasito de la vergüenza.
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Pero resulta extraño un cambio como ese. Demasiado extraño. Por el que sale y por el que entra. Porque cualquiera que entienda un poquito de fútbol sabe que si vos ponés a Janson de 9 contra los centrales rivales le va a costar hasta darse vuelta. Mariano Herrón trató de justificarlo un rato más tarde, diciendo en conferencia que hasta pensó en "guardar jugadores para la semana que viene". O sea: no le iba la vida en ganar el grupo, en terminar primero. Aunque sonó a precaución exagerada. Bah, salvo que Error... perdón, Herrón, muy ocupado en la Reserva, no sepa que Boca no juega copas entresemana. ¿Cuánto podés cuidar a un jugador? Y por otro lado, ¿acaso Cavani no se lesionó en un entrenamiento? Y algo más: ¿desde cuándo planifica tanto a futuro? ¿Acaso sabe que seguirá?
La realidad, muchachos, es que Boca quiso asegurarse no enfrentar rápido a River. Si Boca empataba o perdía, y River les ganaba a los suplentes de Vélez (la lógica, como finalmente sucedió), no habría chances de superclásico hasta la final. Esto, que puede ser leído como una estrategia, denota también un temor. Miedo, así de clarito. Terror de cruzarse a River en cuartos en la Bombonera y perder. Con Herrón como interino era un escándalo y Riquelme pasaba a ser el blanco de la ira de la hinchada (la culpa no es del chancho). Con un técnico nuevo -suponiendo que Román realmente quiera uno-, era arrancar menos diez. Ahora, ¿de quién era el miedo? ¿De Herrón? No parece que un técnico sin ninguna autonomía pueda tomar semejante decisión sin consultar a su amo. Ergo: el temor era de Riquelme, original o compartido con su brazo ejecutor. Un pequeño recordatorio: a Gago lo echaron por gagonear, ni más ni menos que lo que hizo esta vez el presidente. Y cabe una pregunta cuya respuesta es fácil de imaginar: ¿qué es más vergonzoso, jugar mal o tener miedo de enfrentar a tu rival de siempre? ¿Alguien le va a hacer pagar al responsable semejante ofensa a la historia?
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¿Boca tenía más chances de ser campeón ganando y definiendo todo de local? Claro. Pero esto le da la chance de no enfrentar a River hasta la final. Boca puede perder antes y River también. Los dos deberían eliminar a tres rivales antes de volver a verse las caras en un estadio neutral.
Al margen de estas especulaciones, hay una cosa que sí quedó bien clara con lo que se vio en Victoria: Gago tenía razón con Velasco. Lady podrá haber hecho mil cagadas, pero en esta hay que darle la derecha. El pobre pibito no se puede sacar un tipo de encima, lo tocan y vuela como una hoja otoñal, patea siempre al bulto, no se anima a encarar porque no tiene confianza... Ojalá sólo sea un mal momento y lo recuperen del daño que le hicieron la lesión en la rodilla y la MLS. Si Velasco es esto, se trata de la estafa del siglo.
No vale la pena decir mucho más de este partido sospechoso, al menos desde lo que (no) hizo Boca. No hay aprobados salvo Zenón y la Bestia. Lento y lejos de la zona de fuego Palacios, intrascendente Advíncula, incómodo Delgado, frágiles los centrales, atornillado Marchesín en el gol (no sirve de nada sacar dos o tres mano a mano si se come un gol por partido). Y vale la queja: otra vez nos chorearon. No hay una sola cámara que muestre la mano de Belmonte en el gol anulado y además hay penal a Velasco. Pero quedarse con el Var y el árbitro es chiquitaje. Y Boca es demasiado grande para caer en esa. Deportivo Román no sé, pero Boca es enorme.
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